REFERENTES

CONEXIONES ARTÍSTICAS

Salvador Dalí (1904-1989) sigue la senda surrealista de la materialización figurativa del sueño como una forma de liberación de sus traumas. En la gestión de este mecanismo estuvo influido por las teorías del psicoanálisis de Sigmund Freud. Dalí concibió un método, llamado paranoico-crítico, que convirtió en una fuente inagotable de creación artística. Según este método, en la concepción de sus pinturas, Dalí utiliza el recurso de la anamorfosis, es decir, la representación de figuras que se pueden interpretar de más de una forma. Por medio de este método, trató de descubrir las relaciones ocultas que, a la luz de su subconsciente, existen entre las cosas. Ello le llevó a pintar asociaciones figurativas delirantes, que, en si mismas, poseen una gran intensidad poética.

Gracias a Gala, que sería la compañera de toda su vida, entró en el círculo surrealista de Bretón en 1929. Dalí exhibió a partir de entonces, sus patologías más ocultas en sus pinturas. Algunas de las nociones fundamentales que maneja Dalí en sus concepciones programáticas y metodológicas son las siguientes: 
Critica: en el pensamiento de la filosofía europea significa: discernimiento, búsqueda de las calidades pertinentes y verdaderas que diferencian, precisan e identifican a la vez a una cosa, idea o situación humana.

Delirio: para Dalí es la perpetuación, la continuidad y vigencia del sueño (del soñar, no del dormir) en el estado de vigilia; esto es, producir, generar sueños inconscientes en estado de conciencia.- Delirio en Dalí no remite a "locura, o cuadros nosológicas de la psiquiatría", si remite a esa capacidad y recurso metodológico de producir sueños inconscientes en estado de conciencia.- 
Paranoia: En Dalí significa la vía por la cual el artista sistematiza y toma propiedad de sus propias producciones oníricas y deseos inconscientes en estado de conciencia, para organizarlos como material artístico.- Para lograr esto, el artista promueve una exaltación con su propio yo. 


Jackson Pollock (1912-1956)  fue la figura más representativa del expresionismo abstracto, corriente pictórica desarrollada en EEUU tras la segunda guerra mundial. Además de asumir el legado vanguardista europeo, los artistas se sienten atraídos por las filosofías orientales, al tiempo que tratan de hacer un arte americano, enraizado con las tradiciones artísticas de los primitivos pobladores, cuya plástica está ligada a ritos y profundas creencias.
Para estos artistas la creación nace de un proceso impulsivo, en el que existe un enfrentamiento entre el artista y el lienzo a través de los colores, que quedan pegados a él como la huella de un gesto hondamente sentido. Realiza cuadros de gran tamaño,  ejecutados con grandes manchas, que producen una tensión de colores y formas, vacíos y llenos, energía y calma.
Jackson Pollock para realizar sus cuadros utiliza dos técnicas fundamentalmente:
La técnica del goteo “dripping”. Esto consiste en la utilización de la pintura con toda su propia vitalidad y dinamismo puro, usaba los botes de pintura con una perforación en su parte inferior para que la pintura se aplicara sobre el lienzo goteando, con movimientos bruscos y de dirección cambiante. También se lanzaba la pintura contra el lienzo y el uso de aerosoles.
Pintura de acción “action painting”. La pintura chorrea sobre el lienzo, siguiendo los movimientos del artista, que vive intensamente el momento creador,  verdaderos sentidos de su arte. La creación de este estilo se daba porque la acción de pintar se producía de una forma subconsciente en sí mismo, trabajando de una forma autómata, que será lo que se denominará automatismo. Buscaba la representación dramática e irrefrenable del subconsciente.
Como punto final para poder comprender la dimensión psicológica del autor ante la creación de la obra y la explicación de los términos anteriores, el siguiente testimonio del propio Pollock consigue aclararnos esta dimensión:“Cuando pinto no me preocupo de lo que estoy haciendo. Sólo después de un breve período de “toma de conocimiento” veo lo que he hecho. No tengo miedo a hacer cambios, destruir la imagen, etc., porque el cuadro tiene vida propia. Intento que salga por sí mismo. Sólo cuando pierdo el contacto con la obra el resultado es un desastre. En caso contrario, es pura armonía, un fluido toma y daca, y el cuadro sale bien”.
De esta manera, lo que Pollock plasma en la tela «no era una imagen, sino un hecho, una acción».

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